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Un futuro hacia lo natural:

vinos sustentables, orgánicos y biodinámicas


Después de la pandemia, los vinos sustentables, orgánicos y biodinámicos experimentaron un notable auge. A nivel mundial, la tendencia hacia el consumo de estos vinos ha mostrado un crecimiento significativo en la última década. Aunque el crecimiento regional es más lento, sigue siendo sostenido y en aumento.

Numerosas bodegas han adoptado esta filosofía, revalorizando el cultivo natural y mostrando una mayor conciencia por el cuidado del medio ambiente. Esta tendencia refleja un cambio en las preferencias de los consumidores y el compromiso de la industria vitivinícola con prácticas sostenibles y responsables.

Un vino se considera sustentable cuando su proceso de producción tiene un impacto ambiental y social positivo en todas sus etapas. En el viñedo, se toman en cuenta factores como el uso responsable de recursos como el agua, la fertilidad del suelo, la preservación de la biodiversidad, métodos agrícolas orgánicos o biodinámicos y sobre todo la reducción de productos químicos nocivos. En la bodega, se busca eficiencia energética, gestión responsable de residuos y reducción de la huella de carbono. El tercer aspecto involucra políticas sociales, como prácticas de comercio justo, ética empresarial y colaboración activa con la comunidades cercanas.

En el caso de los vinos orgánicos, se alude a la prohibición del uso de agroquímicos en el viñedo y a la eliminación de prácticas agresivas e invasivas, como el uso de herbicidas, pesticidas y fertilizantes químicos tóxicos. Aunque la producción orgánica no implica una ausencia total de insumos, sí establece límites claros y restricciones específicas sobre qué productos pueden ser utilizados.

En el cultivo orgánico, se permite el uso de ciertos insumos para la prevención de enfermedades, siempre que estos estén aprobados por las certificadoras, quienes son las responsables de asegurar que los procesos cumplan con los estándares necesarios para que el producto final pueda ser calificado como orgánico.

Otra clasificación importante en el mundo del vino es la de los vinos biodinámicos. Para que un vino sea considerado biodinámico, debe primero cumplir con prácticas orgánicas. Todos los productos utilizados tanto en la tierra como en las plantas deben ser elaborados en el propio viñedo, generalmente en forma de compost. 

El uso de fertilizantes naturales, como el guano, debe provenir de animales criados en la misma propiedad, siguiendo un enfoque autosustentable basado en tres elementos fundamentales: la finca, los animales y las plantas.

El trabajo en el viñedo, cosecha, la vinificación y hasta las degustaciones, se rige por un calendario lunar y astrológico, que guía las actividades según la posición de la luna y otros cuerpos celestes.

Esta armonía entre el entorno natural, el trabajo humano y el terroir es posible, pero requiere un esfuerzo constante de los productores para mantener un equilibrio natural y asegurar la excelencia en sus vinos.

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En Argentina, una de las bodegas líderes en producción sustentable y orgánica es Santa Julia, que ha alcanzado el primer puesto con un total de 390 hectáreas de cultivo orgánico. Esta bodega combina tradición, innovación y ciencia para beneficiar al medio ambiente, promoviendo relaciones justas (Fair for Life) y asegurando una buena calidad de vida para todos los involucrados en el proceso.

En Santa Julia, el uso de herbicidas está completamente prohibido, prefiriendo métodos mecánicos o manuales para el control de malezas. Con respecto a la protección de las vides a enfermedades, se utilizan fungicidas minerales, lo que reduce el impacto ambiental y garantiza un producto más saludable.

La bodega cuenta con un sistema organizacional muy exigente que cumple en cada una de sus etapas, desde el viñedo hasta la comercialización. En el caso de sus viñedos utilizan compost propio, desde orujo, guano proveniente de la ganadería extensiva y alperujo (carozos y restos de aceitunas proveniente de la fábrica de elaboración de aceite de oliva de la familia). También utilizan humus de lombriz, practicas con abonos verdes y tratamiento de sus aguas regulado por el departamento general de irrigación.

Bajo el lema NO NOS DA LO MISMO, Julia Zuccardi cuenta: “No nos da lo mismo” representa una manera de ser, de pensar, de hacer las cosas. Porque estamos comprometidos con cada decisión que tomamos para cuidar la calidad de nuestros vinos, la gente con la que trabajamos y el mundo en el que vivimos. En Bodega Santa Julia somos una gran familia de apasionados por nuestra tierra, nuestras uvas, nuestro vino. Desde sus comienzos se trabajó constante y firmemente en todas las zonas de influencia de la bodega para desarrollar proyectos educativos, deportivos, recreativos y culturales que incluyan y beneficien a los empleados y sus familias, y desarrollen comunidades cercanas. Porque las empresas son sus personas y en Bodega Santa Julia no nos da lo mismo”

Esta combinación de prácticas sostenibles y principios éticos coloca a Santa Julia a la vanguardia de la producción sustentable y orgánica de su país.

En el caso de Uruguay, el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INAVI) lanzó el Programa de Viticultura Sostenible con varios objetivos, entre ellos, promover prácticas respetuosas con el medio ambiente. Ricardo Cabrera, presidente de INAVI, nos cuenta sobre dicho programa: “La viticultura sostenible es la que produce vino en condiciones equilibradas para el medio ambiente, cuidando de no afectarlo con el uso de agentes químicos que sean perjudiciales como también para la protección de quienes cultivan la vid.

El vino sostenible es un reflejo de lo que sucede en el viñedo, siendo elaborado con uvas sostenibles, utilizando productos que no afecten el medio ambiente como a los operarios, dando la certeza de una estricta trazabilidad.

INAVI tiene un programa de sostenibilidad vitivinícola que viene creciendo día a día, con rigor en sus controles y evolución, apoyado por LSQA (organismo de certificación independiente) que da garantías a la cadena de custodia.”

Solo aquellas bodegas que cumplen con los estándares de la certificación tienen derecho a colocar el sello Sustainable Winegrwing. En 2023, se certificaron 162 viñedos en un total de 1846 hectáreas, con más de 40 variedades en los departamentos de Colonia, San José, Montevideo, Canelones, Maldonado, Durazno y Tacuarembó.

En conjunto todos estos enfoques están cambiando la forma en que vemos la producción de vino, convirtiendo es un símbolo de respeto por la tierra y por las generaciones futuras. Adoptar estas practicas no es solo una decisión comercial; es una manera de demostrar que es posible crear productos excelentes mientras se preserva el medio ambiente y se cuida el bienestar de las comunidades locales.

Al elegir vinos orgánicos, sustentables o biodinámicos, estamos apoyando una forma de vida que valora la salud del planeta y el equilibrio natural, contribuyendo a un futuro más verde y armonioso.

Somm. Brand Ambassador: Leo Guerrero

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Prohibida su venta a menores de 18 años
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